Lo especial que tiene es que aún con 30 años todavía sigo cayendo en esas cosas.
Os pongo en situación...
Chica entra en tienda buscando un regalo. Cada vez que se para a mirar algún producto de la tienda para su amiga consigue sortear a las guapisimas dependientas que vienen a ofrecerle sus maravillosos productos. Una, dos y hasta tres veces consigue esquivarles. De repente la chica llega a un área que ella cree segura. ("Ya no consiguen hacerme caer en sus garras. Soy la mujer de hierro, he venido a por un regalo y sólo me iré con ese regalo", piensa ella.)
Nada más lejos de la realidad... De repente se acerca la manzana roja - la dependienta de labios rojos e intensos- que ofrece una sesión de maquillaje gratis. ¡Dios, no! ¡Di no, di no! Eso piensa mi cerebro, pero mis pasos y mi boca ya ha dicho SÍ. He mordido la manzana y sólo puedo ya dejarme engatusar por la dependienta de labios rojos.
"Que sí tu piel es super bonita", "que si tu tono de piel es clarito pero con mucha luminosidad"... Palabras
Conclusión: me he comprado un antiojeras "mágico" por el módico precio de 21 euros.... y me he ido sin regalo. Yo que la crema que uso es la de Nivea de toda la vida para manos, cara, estrías... Esa sí que es una crema "mágica", ya lo dice mi madre.
Esa soy yo. ¡Todo un filón para las marcas! Da igual que crea que con mi incipiente madurez, fue cumplir 30 y decidir que ya tenía que ser madura( ¿?), conseguiría decir "NO, gracias" o mejor que me maquillasen e irme sin comprar nada. No sé decir no a una bonita presentación o mejor dicho con picardía se nace, no se hace.
Así que hoy me he despertado y me he echado mi cremita Nivea, mi flamante nuevo antiojeras y mis polvos de sol del Mercadona. Y realmente me veo mucho mejor. ¿Será el antiojeras o será mi forma de consolarme?
0 comentarios:
Publicar un comentario