Porque nosotros también la padecemos...


Sí amigos, admitámoslo, nosotros también sufrimos el síndrome de la adolestreinta. Por supuesto mucho mejor llevado que el de nuestras compañeras… como no podía ser de otra forma hay una serie de abismos pequeños matices que nos separan en esta nueva etapa de nuestras vidas.

Y es que sin apenas tiempo para relajarnos del furioso mar de hormonas de la adolescencia y con la crisis de los 40 en el horizonte (novia veinteañera y Porsche de segunda mano incluido, aunque esto más bien suena a costumbre pre-crisis) nos encontramos sumidos en un periodo intermedio del que nadie nos había hablado antes. Una etapa en la que, mientras tratas de encauzar tu vida laboral, tienen lugar muchas contradicciones internas (sigues siendo un hippie en tu corazón pero ves un Audi A3 y piensas “coño yo quiero uno!”). Sufres esa irritante sensación de que no estás cumpliendo las expectativas de tu familia, sobre todo de tu pobre abuela que te quiere ver formar una familia “antes de que yo me vaya” (irte a dónde abuela? A dónde???? :S). Deduces que ya nunca serás un crack mundial del futbol ni una estrella del rock (snif).
Ves como poco a poco el lustre de la veintena empieza a desaparecer, ya sea por unas incipientes entradas en tu frente, por esa barriguita cervecera que empieza a aflorar bajo la camiseta o por llegar asfixiado a casa de tu amigo el que vive en un cuarto sin ascensor. Todo ello irremisibles señales que te indican que a pesar de todo tu mayor miedo se hará realidad: vas a acabar pareciéndote a tu padre! (DISHHH!!! Losa cayendo sobre tu cabeza). Pero no temáis, aún falta mucho para eso, y desde luego seremos una versión muy mejorada. Solo hace falta cuidarse un poco (y quererse mucho) para poder pasar una adolestreinta siendo igual o más triunfador que en la veintena.

No nos sintamos solos en esta etapa, sin duda las chicas de nuestra edad se enfrentan a conflictos internos similares (ver otros posts de este blog) y pueden acabar por provocarnos aún más dolores de cabeza, aunque, reconozcámoslo, si no fuera por ellas para qué íbamos a pasar por todo esto… De ELLAS hablaremos otro día largo y tendido.

Bienvenidos pues a esta nueva etapa, que sabemos cuando empieza pero no cuando termina. Y es que para mi la adolestreinta habrá acabado el día que ya no me deje la garganta berreando cantando mis temazos favoritos en el coche…


Treintañeros a la Deriva, Crisis de los 30 años


1 comentarios:

Patricia J. dijo...

Que grande!!!! me encanta la parte de "irte a donde abuela?? a donde??"

 

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