Seamos sinceras, hace tiempo que dejó de importarnos un carajo lo que la gente opine de nosotras o nosotros. Se han pasado media vida vendiéndonos la moto de maroto, un futuro fetén, pasta a raudales y titulitis en vena.
Ellos, que pierden su vida diciéndote qué hacer o cómo comportarte, cómo vestirte o cómo hablar. Gente que por regla general mira por encima del hombro a gente como nosotros, que nos la pela todo, que vivimos la vida a nuestra manera y que llegados a un punto, no nos casamos con nada ni con nadie. Total, ¿¡alguien me ha ofrecido algo más que una mirada de autosuficiencia!?
Y con esta paja mental llegamos de lleno al SÍNTOMA NÚMERO 6 del Decálogo de la Adolestreinta y para mi gusto uno de los que más definen a esta nueva era...
6. ¿Qué queee? ¿Qué comoooo? ¿Qué yo estaba haciendo el idiota? Enga yaaa...
Pues sí. Este es uno de los síntomas que con diferencian marcan el estilo de este nuevo movimiento. Y todo se resume en LA COMPLETA Y ABSOLUTA FALTA DE VERGÜENZA.
Y es que qué coño queréis que os diga. En este punto, de esta manera y con estas circunstancias lo único que no queda a la "generación perdida" es liarnos la manta a la cabeza y echarle morro al asunto (me encanta la expresión de "generación perdida", es tan poética...parece que estamos en mitad del desierto como los judíos, perdíos de la mano de dios, en vez de en nuestra casa tocándonos los huevos...).
Y es que hace tiempo que me di cuenta que si no te ries mueres. Si no te diviertes mueres. Si no descubres la forma de reirte de ti mismo y de tu miseria, mueres. Si sigues esperando mueres. Si dejas de ser tu mismo mueres...
Y la verdad es que sólo por haber cambiado de década una no deja de la noche a la mañana de ser una mamarracha. Cumples 30, te duermes y cuando te levantas eres lo que tu mare siempre ha querido de ti, toda "una señorita". Pues mira no, a ver como te lo digo. Un año es un año, un númerito es un numerito y no por haber cumplido 30 voy a dejar de ser el personaje que soy.
¿Y sabéis por qué? Pues porque me encanta!
Me gusta reirme de todos y de todo, me gusta gritar y decir pamplinas, me gusta bailar y hacer el idiota en la calle o cantarle una coplita a quien quiera escucharme. Quitarme el buen gusto por la ropa, el desastroso historial amoroso y el peinado de 130 euros y pareceré que sigo teniendo 15 años (mentalmente los tengo).
Te caes (y te cae muuucho), le hablas a la gente en idiomas raros cuando vas como la Topacio jarta de margaritas (dícese hablar balleno) o te da por cantar por Sarita Montiel o por Rocio Jurado porque ellas eran unas señoras de pies a cabeza (Ay! Grande Sarita, como bien dijo Patriola Mola, una de las primeras mamarrachas adolestreinta de la Historia)
Eso de "niña, pero qué pensará la gente" que nos decían nuestras
madres lo hemos dejado por el piso. Lo que me apetece lo hago y punto y si es
hacer el idiota en vía pública más todavía, porque esa, queridas mías, es una de nuestras mayores especialidades...
Total, quién puede decir o esperar de mi que sea una mujer madura y adulta si mi mejor compañero de fiesta es un flotador en forma de pony multicolor...(Pequeño Pony por el arcoiris va!!) y si suelo llegar a casa siempre peor de lo que entre...
Eso si, seremos unas mamarrachas, pero no mentimos y siempre, siempre con una última regla presente: LA DIGNIDAD Y LAS BRAGAS SON LO ÚLTIMO QUE SE PIERDE...(y en caso de tener que perder algo, pierde las bragas por dios...)
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