Las odio, y por extensión odio a la gente que las ama. Por suerte este año no he recibido ninguna pero de manera colateral me han acabado llegando productos de una de esas cestas infames que tanta ilusión hacen a la gente. Vinos, cavas, embutidos y dulces. Siempre lo mismo. Para mí son productos que acaban cogiendo polvo.
Me llevé los vinos, me los ofrecieron y en algún momento de desesperación alcohólica imagino que daré cuenta de ellos. Porque no suelen valer para mucho más. Si se me ocurriera llevar una de esas botellas a mi casa por Navidad me desheredarían. Y yo me pregunto, para empezar: ¿por qué lo llaman cesta? es una puta caja de cartón ¿y qué necesidad hay de meter tanta mierda en ella? ¿Por qué no me regalas un solo producto pero que pueda llevar a mi casa y que no me lo revienten en la cabeza? Mira, es muy sencillo. Juntas todo lo que te han costado los turrones baratos, las "delicias" del Lidl, los embutidos "ibéricos" y esos 3 vinos de euro y medio y me compras un par de Reservas y un buen Albariño o una buena paletilla de bellota. He hecho los cálculo, te llega! Por la virgen y la mula del pesebre, apostemos por la calidad y no por la cantidad.
Pero no es tan fácil porque estoy seguro que si hicieras una encuesta a los empleados, la mayoría preferirían un kilo de paja a 100 gramos de un buen "micuit". Este es el mundo de borregos en el que vivimos.
Para terminar y como forma de expresar mi indignación, adjunto imagen para que el currelas de RRHH de turno que gestiona el tema de las cestas entienda lo mucho que me importa su gran labor.
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