Oferta y Demanda: La Secuela.

A colación de esta entrada sobre relaciones sentimentales de Patriola mola, voy a soltar unas cuantas ideas al aire a ver que surge.

En aquella entrada sobre adoptar hombres ya hablé de algo relacionado con la oferta, la demanda y las relaciones. Se oye demasiado eso de que el mercado está tan pocho que solo queda ese pescao con los ojos inyectaos en sangre que no hace falta ser del CSI para saber que lleva muerto lo menos dos semanas. Se oye en féminas y machos y como podemos deducir que quien pronuncia estas palabras vive en su plena libertad, dos conclusiones me vienen a la cabeza:

• O nos sobrevaloramos y nosotros también formamos parte de ese cajón de juguetes rotos. 
• O todavía hay esperanza!!

Que quereis que os diga, ando optimista. Yo suelo pensar que igual de rebote pillas una buena pieza que no encajó en otros puzzles pero que sí va bien en el tuyo. Porque no nos engañemos, lo de pillar algo "brand new" o es la princesa de Zamunda que se escapó de la clásica ceremonia concertada para vivir el sueño americano, o yo personalmente desconfiaría. Virgen de la macarena, ¿por qué estás tú sin estrenar? ¿Qué problema tienes? Pues eso.

Cuando Patriola habla de la oferta y la demanda creo que habla de conformarse, de bajar o subir el listón. Habla del momento en que te pille. Porque es cierto eso de que a veces estamos más receptivos, pero no por ello rebajamos nuestro nivel de exigencia. Creo que eso va en nuestra sangre, y si un día te conformaste y alargaste demasiado la situación, es que nunca fuiste muy exigente.

Yo desde luego no paro de ver parejas de esas de "venga hombre ya, pero qué haces con esa vinagres?" Y siempre resuelvo la inexplicable situación pensando que la chica debe hacer diabluras en la cama. Pero ojo, que por lo visto también yo he estado en ese lado. Según los amigos de mi última novia, lo nuestro tenía fecha de caducidad antes de empezar. No sabeis lo que jode oir eso. Sobre todo porque pueden tener razón. Ya lo decía Patriola, en ese momento estábamos receptivos, y según palabras de una amiga común: "somos dos piezas fáciles de encajar". No chica no, esta poquita cal no arregla el trailer de arena con el que me acabas de enterrar.

Pero ¿y por qué esta historia de asistente en carretera tiene probabilidades de arrancar pero no confiamos mucho en que llegue a buen puerto? No es mi tipo pero oye, tiene gracia, quizá lo he juzgado mal y la aventura da un giro hacia el apretón de perdices que todos hemos soñado alguna vez. No se yo. Por desgracia lo más probable es que termine como aquello que conté en mi universo paralelo (y que añado a continuación) sobre esa frase que oí una vez: "Nos queremos pero no nos gustamos, o al revés". Viejóvenes adolestreintas, a ver qué os parece esta reflexión.

Querer tiene que ver con el cariño, con lo mucho que te importa la otra persona. Puedes querer a un padre, a un hermano, a un amigo, a un novio, incluso a un perro. En cambio gustar, en el contexto que nos ocupa, tiene que ver más con la atracción, el deseo, las ganas de pasar un rato con alguien que te agrada. Te quiero pero no me gustas, o lo que es lo mismo, te tengo aprecio pero no noto ningún cosquilleo cuando te tengo cerca. Me gustas pero no te quiero, que quiere decir que existe un deseo fuerte pero no una importancia real por ti, no un cariño que durará eternamente.

Y esto que parece sencillo es el final de muchas relaciones, en las que se ven entrelazadas la amistad fuerte con el deseo. Y en algunos casos el balancín se inclinará para un lado o para el otro dejando evidenciar que solo albergas uno de los dos sentimientos, cuando sabes de sobra que deberías albergar los dos. No hay marchar atrás. Muchos tendrán la suerte de no darse cuenta, otros vivirán con ese pesar pues la necesidad de cariño es grande, y otros pocos darán carpetazo en busca del pack completo. En cualquier caso no olviden que somos libres de elegir, pero no de que nos elijan.