Nunca había tenido la sensación de que podía morirme. Como todos,
he tenido mis momentos de reflexión acerca del más allá, de si nos espera algo
después de esta vida y de si la fe que aún tiene un amplio porcentaje de la
población puede realmente ayudar en este sentido.
Pero nunca había tenido la sensación de que podía morirme.
Yo, con la energía que tengo, que aunque tengo mis momentos de bajón siempre
consigo superarlos. Y es que no es lo mismo tener ansiedad, sufrir por miedo a
que te pase algo -desde un punto de vista aprensivo- que tener miedo a
desaparecer porque el cuerpo no te responde…
Pero, como todos los baches de la vida, una enfermedad grave
te ayuda a ver el lado positivo de todo y de todos. Y, más que nada, te enseña
a relativizar y a reorganizar tus prioridades. Porque lo cierto es que podemos
superar cualquier adversidad luchando, pero para poder luchar necesitamos un
poquito de salud y, cuando esta falla, hay que sacar la energía de las entrañas
y dejar que tus grandes apoyos te inyecten parte de la suya porque cualquier
día no muy lejano tú harás lo propio por ellos. Eso sí, me gustaría que todos
dedicásemos un minuto a pensar que, aunque es un precioso acto de bondad ayudar
a quien sabes que te necesita, también lo es –incluso más, si me apuras – compartir
con tus seres queridos los momentos buenos. Porque, como dice Fernando de Rojas:
Así que intentemos vivir cada instante como si fuera el
último. Y sin necesidad de esquivar el sufrimiento, porque es inevitable y
necesario para continuar el camino.
Sufriremos por amor.
Una, dos, y hasta cien veces si es necesario. Pero será porque nos hemos dejado
llevar, porque hemos sentido cosas maravillosas y hemos disfrutado de momentos
inolvidables. Y, aunque habrá etapas en las que nos cerraremos completamente a
él, siempre habrá alguien que volverá a despertar ese nosequé dentro de nosotros que nos dará ánimos para volver a
intentarlo.
Sufriremos por dinero.
Cien, diez, menos 3 euros… El mundo se ha vuelto loco. Y la gente sigue
matándose por la pasta, por el poder… No podemos cambiarlo todo de la noche a
la mañana, aceptémoslo, pero sí podemos luchar para que, entre todos, el
planeta se convierta en un lugar más agradable, con menos tensiones. Y para que
nuestra vida no se centre en tener el mejor coche o la mejor casa, sino las
mejores experiencias posibles.
Y sufriremos por
salud. Y por la salud de nuestros seres queridos. Pero estaremos preparados
para afrontarlo. O al menos, lo intentaremos, porque sabremos que habremos compartido
con ellos el máximo número de momentazos
y sabremos que merece la pena luchar para poder seguir viviéndolos.
Porque queremos vivir la adolestreinta, y la adolescuarenta
y la…adolescincuenta??
Y haremos todo lo posible para conseguirlo.
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