No quiero que me bajes la luna, ni que me prometas un happily ever after.
No hace falta que me digas lo especial que soy para ti ni todo lo que te encanto.
De verdad, no hace falta.
Nunca he dormido en una cama con dosel y no espero al príncipe azul que me despierte con un beso.
Hace tiempo que me desperté, me hice inmune al veneno y me lancé en busca de los peces del océano.
Deja de contarle cuentos a quien escribe las historias.
Que yo de escribir sé un rato y ya empañé suficientes hojas en lágrimas.
Y sobretodo no me lo digas si luego vas a pegar la vuelta. Como pimpinela.
Porque para cuando tu vas yo ya he vuelto y no me vas encontrar llorando en la torre peinando mi largo pelo.
No te hagas el ofendido. Que no. Que tampoco cuela.
Que mañana le bajarás la luna a otra y ya se empieza a cansar de bajar todos los sábados del puto cielo.
Cuenta las risas, piénsame canciones, dame locura, llámame un lunes y demuéstrame cuánto me has echado de menos.
Pero de verdad.
Sin zapatos de cristal ni carrozas de calabaza.
Que los zapatos me arañan los dedos y prefiero un descapotable.
Quizás así, un día,escucharé tus palabras sin llenarme los oídos de viento.
"Érase una vez" comenzaban los cuentos que me leían de pequeña arropada entre las sabanas.
Ahora empiezan por "me gustas mucho" en la barra de un bar.
Y no, de verdad. No hace falta.
Deja la luna quieta.
1 comentarios:
Exacto! Menos cuentos y más realidad q ya somos mayorcitos...
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